-para la facultad-
No a simple vista, sensible. Propensión a considerarme genial por mis gustos e intereses. Algo agresiva. Grandes metas. Acomplejada. Viciosa. No muerde.
Supongo que lo primero que debe decir uno al presentarse es el nombre: Hola, soy Camila. De todas formas, estoy en desacuerdo. El nombre, para mí, es la frutilla del postre; una especie de etiqueta inteligente, una palabra que abarca todas esas pequeñas características que conforman la personalidad. Uno debería presentarse basándose en sus intereses, qué le gusta hacer, que no. Qué sabe hacer, que no. Cuáles son sus palabras o frases clichés, sus libros y películas favoritas. Y más aún, cuando se escribe una autobiografía.
No entiendo por qué, pero me encanta explayarme, irme por las ramas, profundizar, filosofar dirían muchos. ¿Seré tan insaciable? Sí, admito que nada me basta. La realidad no me basta. Debo decir que soy esclava de mi imaginación. Mi caja de Pandora. Además, siempre me gustó dibujar -era lo único que hacía además de leer- así que podía plasmar cuanto aquello quisiera. A temprana edad, las películas de Disney consumían mi tiempo –hoy en día también, aunque en menor medida; estoy escasa de tiempo libre- tanto, que sigo recordando diálogos, y canciones, y películas enteras. A mis dos hermanitas les encanta. Y en el fondo, acepto que me enorgullece. Lo mismo con frases de libros que he leído. Tengo archivos extensísimos de frases. Son recopilaciones huérfanas, que me ayudan a expresar lo que siento. Nunca fui de darme a conocer fácilmente. Puedo, creería, dar diálogo sobre cualquier cosa, menos sobre mí. Siempre me encantó escuchar y ayudar a los demás con sus problemas, y creeme, es tal mi dedicación, que tengo ‘teorías’ sobre casa persona que conozco. Por qué actúa como actúa, dice lo que dice, cómo actuará en tal situación, e infaltable, qué debería decirle para hacerla sentir mejor. Obsesión, es poco. Ahora que lo pienso, supongo que al ser así, trato de ser la amiga que nunca tuve. Tuve mala experiencia con eso. He sido una persona solitaria. A veces pienso si fue la mala suerte, o si es como dijo una vez Vladimir Nabokov: “Loneliness as a situation can be corrected, but as a state of mind is an incurable illness”. Tampoco pienso dar lástima. Mis padres siempre me apoyaron. Pero siento un placer casi morboso al escribir todas estas sensaciones, que a pesar de ser desdichas, me hacen lo que soy, en lo bueno y en lo malo.
Siempre tuve gustos considerados ‘raros’. Ya sea porque me gustaban bandas en inglés, o porque dibujaba animé, y no los típicos Winnie the Pooh. No se puede esperar mucho más en una ciudad como Lobos –donde nací y crecí, por cierto- que siempre aborrecí. Y siempre debía explicar detalladamente mis dibujos. Algo así como en el inicio de Le Petit Prince (me rehúso a traducir) Además de dibujar, comencé a interesarme por hacer arte en general. Buscar expresar eso que no podía en palabras, con otros medios. Empecé intentando escribir alrededor de los doce; pero era un asco, literalmente. Seguí con el baile, pero era demasiado para mí. La exposición pública donde lo ‘central’ respecta a lo físico me aterrorizaba. Desde que tengo memoria cargué con una pesada etiqueta: ‘Ge-o-ere-de-a’. Me sigue causando pánico decirla. Todo por una profesora de educación física, que en primaria, no me dejó competir por ser… yo, prácticamente. ¿Cantar? Sí, también. Pero esa es una de las pocas cosas que no me da vergüenza, a pesar de que mi voz es de lo peor. Algo resignada, me aboqué al dibujo de nuevo, en aprender técnicas, y mejorar. Pero me cansé de los estándares del profesor. El inglés sí que me sirvió. Ahora puedo expresarme en otro idioma… me libera. Entretanto, seguí cultivando mi gusto por el cine. Cuando miraba una película, sentía que me alejaba de todo, y nada importaba más que la película. Me sentía parte. Logré algunos favoritos: Jean-Luc Godard, Hayao Miyazaki y Sofia Coppola. Personas que me inspiran constantemente.
Diecisiete años, casi dieciocho; una vida no muy larga. He pasado por muchas etapas. Sí, etapas, a pesar de la desconfianza que me inspira este término publicitario. Pero esta última, la actual, no es en modo alguno suma de las anteriores. No. Esta vez quiero pensar que hay un atisbo de optimismo, casi imperceptible, en alguna parte.
¡Ah! Hace poco empecé a pintar. Parece ser que me gustó, acabo de terminar mi segundo cuadro.
(Ese último párrafo fue de sorete, no quería que ya me tildaran de depresiva; yo doy más trabajo)
Ok, como me re colgué con tu blog porque no me acostumbro a que no se llama más "let them eat cake" nunca lo volví a leer. Pido perdón!!
ResponderEliminarPosta que me siento indentificada en muchas de las cosas que nombraste. Lo de que recolectas frases por todos lados, diálogos de películas y eso, así soy yo. A veces creo que soy una bóveda de "pelotudeces", pero a mí me parecen tan importantes; no creo que las coleccionaría si no fuese así. O también lo de la soledad como un estado mental; cuando uno por fin se da cuenta de que necesita de otra persona, es ahí cuando aparecen, en la forma que sea (aunque un novio me vendría TAN bien... jajaja)
En fin, me re gustó tu autobajongrafía, muy instructiva (?)
Ah, y amé el gif de Lost in Translation :)