Mostrando entradas con la etiqueta De renegada. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta De renegada. Mostrar todas las entradas

sábado, 6 de enero de 2018

John Brad Wayne Pitt

In the darkened Quonset hut which served as a theater… while the hot wind blew outside… I first saw John Wayne. Saw the walk, heard the voice. Heard him tell the girl in War of the Wildcats that he would build her a house, “at the bend in the river where the cottonwoods grow."

I tell you this neither in a spirit of self-revelation nor as an exercise in total recall, but simply to demonstrate that when John Wayne rode through my childhood, and very probably through yours, he determined forever the shape of certain of our dreams.

As it happened, I didn't grow up to be the kind of woman who is the heroine in a Western, and although the men I have known have had many virtues and have taken me to live in many places I have come to love, they have never been John Wayne, and they have never taken me to the bend in the river where the cottonwoods grow. Deep in that part of my heart where artificial rain forever falls, that is still the line I want to hear.

Notes on Self-respect

It was a matter of misplaced self-respect.

I lost the conviction that lights would always turn green for me, the pleasant certainty that those rather passive virtues which had won me approval as a child automatically guaranteed me not only Phi Beta Kappa keys but happiness, honour, and the love of a good man (preferably a cross between Humphrey Bogart in Casablanca and one of the Murchisons in a proxy fight); lost a certain touching faith in the totem power of good manners, clean hair, and proven competence on the Stanford-Binet scale.

The dismal fact is that self-respect has nothing to do with the approval of others—who are, after all, deceived easily enough; has nothing to do with reputation—which, as Rhett Butler told Scarlett O'Hara, is something that people with courage can do without.

There is a common superstition that "self-respect" is a kind of charm against snakes, something that keeps those who have it locked in some unblighted Eden, out of strange beds, ambivalent conversations, and trouble in general. It does not at all. It has nothing to do with the face of things, but concerns instead a separate peace, a private reconciliation.

In brief, people with self-respect exhibit a certain toughness, a kind of moral nerve; they display what was once called character, a quality which, although approved in the abstract, sometimes loses ground to other, more instantly negotiable virtues.

Nonetheless, character—the willingness to accept responsibility for one's own life—is the source from which self-respect springs.

Again, it is a question of recognizing that anything worth having has its price.

To have that sense of one's intrinsic worth which, for better or for worse, constitutes self-respect, is potentially to have everything: the ability to discriminate, to love and to remain indifferent. To lack it is to be locked within oneself, paradoxically incapable of either love or indifference.

We flatter ourselves by thinking this compulsion to please others an attractive trait: a gift for imaginative empathy, evidence of our willingness to give.

It is the phenomenon sometimes called alienation from self. In its advanced stages, we no longer answer the telephone, because someone might want something; that we could say no without drowning in self-reproach is an idea alien to this game. Every encounter demands too much, tears the nerves, drains the will, and the spectre of something as small as an unanswered letter arouses such disproportionate guilt that one's sanity becomes an object of speculation among one's acquaintances. To assign unanswered letters their proper weight, to free us from the expectations of others, to give us back to ourselves—there lies the great, the singular power of self-respect. Without it, one eventually discovers the final turn of the screw: one runs away to find oneself, and finds no one at home.


by JOAN DIDION

jueves, 4 de enero de 2018

Ideas Profundas

Ansío las estrellas
más abocada estoy
a la pecera

Una juventud dedicada a rentabilizar la propia inteligencia, a exprimir como un limón el filón de los estudios y a asegurarse una posición de elite; y luego toda una vida dedicada a preguntare con estupefacción por qué tales esperanzas han dado como fruto una existencia tan vana. La gente cree ansiar y perseguir las estrellas, pero termina como peces de colores en una pecera.

Aparentemente, de vez en cuando, los adultos se toman el tiempo de sentarse a contemplar el desastre de sus vidas. Entonces se lamentan sin comprender y, como moscas que chocan una y otra vez contra el mismo cristal, se inquietan, sufren, se consumen, se afligen y se interrogan sobre el engranaje que los ha conducido allí donde no querían ir. Los más inteligentes llegan incluso a hacer de ello una religión: “¡Ah, la despreciable vanidad de la existencia burguesa!”. Hay cínicos de esta índole que comparten mesa con papá: “¿Que ha sido de nuestros suelos de juventud?”, se preguntan con aire desencantado y satisfecho. Se han desvanecido, y cuan perra es la vida…”
Odio esta falsa lucidez de la edad madura. La verdad es que son como todos los demás: chiquillos que no entienden qué les ha ocurrido y que van de duros cuando, en realidad, tienen ganas de llorar.

Nadie parece haber caído en la cuenta de que si la existencia es absurda, lograr en ella un éxito brillante no tiene más valor que fracasar por completo. Simplemente es más cómodo. O ni siquiera. Creo que la lucidez hace amargo el éxito, mientras que la racionalidad alberga siempre una esperanza.


Uno no imagina la rapidez con la que la gente obstaculiza los proyectos a los que más apego se tiene en nombre de tonterías del estilo de “el sentido de la vida” o “el amor a los hombres”. Ah, y también “el carácter sagrado”.

jueves, 13 de julio de 2017

Ya no tengo paciencia para algunas cosas, no porque me haya vuelto arrogante, sino simplemente 
porque llegué a un punto de mi vida en que no me apetece perder más tiempo con aquello que me desagrada o hiere. 
No tengo paciencia para el cinismo, críticas en exceso y exigencias de cualquier naturaleza. 
Perdí la voluntad de agradar a quien no agrado, de amar a quien no me ama y de sonreír para quien no quiere sonreírme. 
Ya no dedico un minuto a quien miente o quiere manipular. 
Decidí no convivir más con la pretensión, hipocresía, deshonestidad y elogios baratos. 
No consigo tolerar la erudición selectiva y la altivez académica. 
No me ajusto más con la barriada o el chusmerío. 
No soporto conflictos y comparaciones. 
Creo en un mundo de opuestos y por eso evito personas de carácter rígido e inflexible. 
En la amistad me desagrada la falta de lealtad y la traición. 
No me llevo nada bien con quien no sabe elogiar o incentivar. 
Las exageraciones me aburren y tengo dificultad en aceptar a quien no gusta de los animales. 
Y encima de todo ya no tengo paciencia ninguna para quien no merece mi paciencia.


- Meryl Streep, capageniasabiabellamaravillosamujer.

martes, 4 de julio de 2017

Knock, knock. TOC, TOC.


Recibida el día Domingo 02 de julio del 2017 a las 20.05 hs. del número del bicharraco mequetrefe que me terminó gustando más de lo esperado y que se da el lujo de ser más histérico que yo, rechazar invitaciones y ponerme de lo más ansiosa cuando no se reporta.

Kill, kill. Bang, bang.

lunes, 3 de julio de 2017

Prozac Nation

No puedo evitar repetir una y otra vez ese título.
Bueno, en realidad, esa palabra.
La terapia siguió, con interludios y diferentes actores. Después de comenzar la mejor terapia de todas -pintura- surge la puerta a una 'nueva clase de terapia', recomendada por la misma gente de pintura. La verdad es que analizo muchas cosas, pero nunca analicé a fondo a qué clase de terapia había estado yendo todo este tiempo. A ver, supongo, ahora después de planteado, que siempre fueron de la escuela Freudiana (cómo la mayoría en argentina), pero tampoco asumí algún modus oprandis específico - no creo que los psicólogos de acá estén tan bien instruidos como para analizar tal ideología al punto práctico, sino que simplemente asumí que todo quedaba en una buena fluidez de las cosas.
Ahora, respecto a esta terapia que me fue presentada diferente y que aún no noté, hay ciertas cosas a destacar:
  • Tuve tests de personalidad - aunque no el de Rorschach (BU)
  • La chabona no entiende ni fú de inglés, pero me cae muy bien porque es boca sucia como yo.
  • Tuve feedbacks propiamente dichos
  • No puedo evitar chequear si está usando (¿¡otra vez!?) sus converse turquesas sin cordón y su saco largo impermeable inflado azul (Annita Wintour, no te me mueras)
  • El consultorio es de lo más sobrio. Nada en las paredes. Dos ventanas tipo rajas. Un escritorio que es una vieja máquina de coser con un vidrio por encima. Una cajita bricolage tipo libro que guarda pañuelitos. Su cuaderno. Su cartuchera. Un armario disimulado en la pared. Todo color vainilla. Un reloj vintage con pie, de escritorio. Maldito reloj. Ese segundero de ritmo constante me vuelve loca.
Después, qué se yo, cosas que en el fondo ya sabía y con las que pretendía jugar a mi gusto una vez más. El tema es que esta mina me dio más cosas para jugar. Que el problema vincular, que la depresión, que el psiquiatra (a ese lo encontré arrumbado), que los rasgos de psicopatía y otras cosas.
Tengo miedo, pero me cansé de lo mismo. Y decidí jugar con todo.

domingo, 28 de julio de 2013

No soup for you!

La angustia de no hacer nada productivo with my free time me acongoja. Enloquezco al ver blogs de mintias ocupadas, pero que sí tienen el tiempo de escribir un blog muy clevermente y sí tienen el tiempo de mantenerlo. C'mon, eso no es chispa, eso es bien mettre. De todas formas, mi ivda no acompaña. Podría inventar y crear una vida muy Sim-style.. prefiero el ocio. Después de cuatro renglones vuelvo al inicio de las cosas. Se supone que la vuelta a terapia va a arreglar estas cosijirillas que se me chispotean. Lo único que, creo, va a llevar un largo camino de trabajo duro -¿o sucio?.. Probably both- es mi Peter Pan's Syndrome. Creo que en la próxima sesión voy a hablar de eso y de cómo siempre envidié la valentía de Wendy.
Las vacaciones pasaron cual gato arisco: yo muy mansa en el norte, disfrutando del paisaje mientras mis hermanas con síndrome adolescente (no sé que síndrome es peor) me incitaban a hipotetizar sobre nuestra vida como/en/con (ojo que son cosas distintas y tuvimos en cuenta todas) the Kardashian family; mientras que mis fotocopias para el final de Derecho descansaban en casa. Todos tuvimos buenas vacaciones.
Yo me quedo con la conclusión de que nunca voy a hacer nada productivo con mi ocio, ya que mi día termina después del desayuno; no sé que mierda pasa después, que ya me encuentro con que a las 12.15 p.m. tengo que tomar la pastilla (otra cosijirilla no tan ijirilla). Además de una lista de Directv llena de episodios de 'Keeping up with..' y la humillación de debatir sobre temas como el acento del personaje de Todd Kraines y la sordera de Bruce Jenner. Todo esto mientras las copias de Derecho siguen hibernando y yo sigo dudando de mi misma por no gustarme Seinfeld.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cual provecho en un pajar

Recién caigo en la cuenta de que septiembre está terminando.
Ya Octubre. La puta madre. Tres meses para dar por finalizado el GAP -Gigantesca Acumulación de Paja- year, y empezar a considerar la posibilidad de tener un cacho de vida.
Este año tenía el objeto de cultivarme como nunca antes.
De los treinta libros que me propuse leer, bueno.. leí tres.
Del solo de Nancy Wilson que iba a gastar, bueno.. no tengo guitarra -todavía; tenemos fe, tenemos fe-.
De las sesiones con Guillermina para refrescar la mente, bueno.. sigue igual de mugrienta, o peor.
De los cuadros que iba a pintar, bueno.. dos que rompí en un ataque de nervios.

Onda que ya se termina el año y no hice absolutamente nada de mi vida. Hasta inglés me resulta inútil. Ni siquiera duermo. No duermo para que el día no se termine tan rápido. Para vivir más lentamente. No jodo cuando digo que me cuelgo cantando -y cantando nada más- como tres horas diarias, literalmente. Paso horas pensando en mi próximo tatuaje, y en la estrategia de cómo convencer a mi viejo que se haga uno y se deje la barba motoquera. Ah, y también imprimiendo imágenes compulsivamente; para guardar encima. Ya me sermonearon con el tema de los cartuchos.
Hoy me digné a ordenar a fondo, y encontré un platito de té en un cajón -no me preguntes ni como ni cuando llegó ahí-. Un jabón con forma de limón. Un broche de Mickey que pensé que había perdido -estaba atrás de la cama-. Y conste que no abrí los dos cajones del escritorio, los que acumulan dibujos y cantidades infinitas de hojas y lápìces y gomas y sacapuntas. Tengo miedo de meter la mano y entrar en un oscuro túnel de autodestrucción. El plan para con esos cajones es guardar y nunca sacar. Hasta mis carpetas de la pc son un desastre.

Hoy me traje a Toulouse un rato. Se durmió mientras hacía un racconto en voz alta de mi colección de quotes.
Llegar al punto en el que tumblr te saca una sonrisa.
Voy a regar 'mis peonías' y a leer mientras espero la hora en la que sucumbo a los convencionalismos aburridos de la sociedad para ir a localizada.

miércoles, 20 de julio de 2011

Una que sepamos mas o menos

¿Qué onda el día del amigo? No como lo había planeado, pero debo admitir que fue mejor que años anteriores. Aunque siempre termina siendo, en parte, una total careateada.
A pesar del lugar full of rochos, y del reggaeton, y del hacinamiento, fue divertido.
Aunque no te vi.

jueves, 30 de junio de 2011

Hoy tenía planeado una sobredosis de películas en el sillón con frazada y cafecito.
Pero no.
Tenía que estar la mujer que limpia.
Y tenía que acordarme de que tengo inglés.

lunes, 30 de mayo de 2011

Silbar, y disimular.

..¿Qué? No puede ser. No. No, no. No. Esto no está bien.
Me duele la panza de solo pensarlo. Y de vergüenza. Ajena. No de vergüenza, y mariposas en la panza. No. Pensé que sí, pero no.

Tres cosas que (él) quisiera hacer (me dijo):
1. Estar en Lobos.
2. Hablar conmigo.
3. Sentirse bien.
En ese orden.

Loco. O sea. Se suponía que era lo que quería escuchar. Pero no. Por lo visto no. Me equivoqué.
Y no sé que hacer, que decir. Tendré que dejar el facebook por un tiempo. Bancá. No es de cagona. ¿O sí? No.
















Eh.. ¿por qué me siento tan forra?

sábado, 28 de mayo de 2011

Back into my bad old ways

Esta semana fue una mierda.

Nada nuevo. Ni siquiera la rutina. Porque falté a todos lados. Llovió. Hasta ahí bien.
Pero me comí todo. Arrasé cual tsunami sobre ciudad costera.

No fui a ningún lado.

Hoy es sábado a la noche/domingo en la madrugada. Más precisamente las 02:46 a.m. Y yo acá, en la computadora.

Ni siquiera tengo ganas de leer.

Lo único lindo fue mi nuevo tatuaje.

viernes, 27 de mayo de 2011

Parklife

Te cuento que:

Estoy escribiendo en cuero, o sea, en tetas.

De los nueve seguidores que tenía antes, en el otro blog -para mí, todo un logro-, sólo tengo tres.

Siento que mi blog anterior era más interesente. Lo que hace a éste inútil y nonsense.

Estoy lacking de inspiración.

(¡¿Por qué ese spanglish?!)

M no estaba con la chupadedo, sino con la cara de mono; que ahora se rapó la cabeza y se dejó al cresta. Sí, la minita.

Empecé guitarra. Apenas puedo tocar una zamba, menos tocar y cantar a la vez.

Me duele haber dejado mis diarios.doc. Lo peor es que fue de colgada.

Te amo, te amo, te amo. Pero sos más bajito que yo. Proyectarnos me causa tanto asco cual Olmedo (vos) y Porcel (yo). Hasta me da náuseas dar ese ejemplo.

Totally fucked up.

viernes, 6 de mayo de 2011

Amelie distorsionada

Resulta que la onda de ahora es tener corte carré.

Si sos de esas boluditas y tenés novio, watch out!
Hay cien boluditas como vos a la redonda y en cualquier momento te confunde y te deja por alguna.


...y pensar que yo me lo iba a hacer.
Qué suerte no ser una Balá más.


...pero yo no tengo novio. Y no quiero un boludo errante.
Ouch.

jueves, 5 de mayo de 2011

Time to pretend

que estoy en La Plata.
que no tengo internet.
que tengo mucho que leer.
que tengo una vida.
que dejo de hacerme la cabeza.


basta de obsesiones.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Autobajongrafía

-para la facultad-

No a simple vista, sensible. Propensión a considerarme genial por mis gustos e intereses. Algo agresiva. Grandes metas. Acomplejada. Viciosa. No muerde.
Supongo que lo primero que debe decir uno al presentarse es el nombre: Hola, soy Camila. De todas formas, estoy en desacuerdo. El nombre, para mí, es la frutilla del postre; una especie de etiqueta inteligente, una palabra que abarca todas esas pequeñas características que conforman la personalidad. Uno debería presentarse basándose en sus intereses, qué le gusta hacer, que no. Qué sabe hacer, que no. Cuáles son sus palabras o frases clichés, sus libros y películas favoritas. Y más aún, cuando se escribe una autobiografía.

No entiendo por qué, pero me encanta explayarme, irme por las ramas, profundizar, filosofar dirían muchos. ¿Seré tan insaciable? Sí, admito que nada me basta. La realidad no me basta. Debo decir que soy esclava de mi imaginación. Mi caja de Pandora. Además, siempre me gustó dibujar -era lo único que hacía además de leer- así que podía plasmar cuanto aquello quisiera. A temprana edad, las películas de Disney consumían mi tiempo –hoy en día también, aunque en menor medida; estoy escasa de tiempo libre- tanto, que sigo recordando diálogos, y canciones, y películas enteras. A mis dos hermanitas les encanta. Y en el fondo, acepto que me enorgullece. Lo mismo con frases de libros que he leído. Tengo archivos extensísimos de frases. Son recopilaciones huérfanas, que me ayudan a expresar lo que siento. Nunca fui de darme a conocer fácilmente. Puedo, creería, dar diálogo sobre cualquier cosa, menos sobre mí. Siempre me encantó escuchar y ayudar a los demás con sus problemas, y creeme, es tal mi dedicación, que tengo ‘teorías’ sobre casa persona que conozco. Por qué actúa como actúa, dice lo que dice, cómo actuará en tal situación, e infaltable, qué debería decirle para hacerla sentir mejor. Obsesión, es poco. Ahora que lo pienso, supongo que al ser así, trato de ser la amiga que nunca tuve. Tuve mala experiencia con eso. He sido una persona solitaria. A veces pienso si fue la mala suerte, o si es como dijo una vez Vladimir Nabokov: “Loneliness as a situation can be corrected, but as a state of mind is an incurable illness”. Tampoco pienso dar lástima. Mis padres siempre me apoyaron. Pero siento un placer casi morboso al escribir todas estas sensaciones, que a pesar de ser desdichas, me hacen lo que soy, en lo bueno y en lo malo.

Siempre tuve gustos considerados ‘raros’. Ya sea porque me gustaban bandas en inglés, o porque dibujaba animé, y no los típicos Winnie the Pooh. No se puede esperar mucho más en una ciudad como Lobos –donde nací y crecí, por cierto- que siempre aborrecí. Y siempre debía explicar detalladamente mis dibujos. Algo así como en el inicio de Le Petit Prince (me rehúso a traducir) Además de dibujar, comencé a interesarme por hacer arte en general. Buscar expresar eso que no podía en palabras, con otros medios. Empecé intentando escribir alrededor de los doce; pero era un asco, literalmente. Seguí con el baile, pero era demasiado para mí. La exposición pública donde lo ‘central’ respecta a lo físico me aterrorizaba. Desde que tengo memoria cargué con una pesada etiqueta: ‘Ge-o-ere-de-a’. Me sigue causando pánico decirla. Todo por una profesora de educación física, que en primaria, no me dejó competir por ser… yo, prácticamente. ¿Cantar? Sí, también. Pero esa es una de las pocas cosas que no me da vergüenza, a pesar de que mi voz es de lo peor. Algo resignada, me aboqué al dibujo de nuevo, en aprender técnicas, y mejorar. Pero me cansé de los estándares del profesor. El inglés sí que me sirvió. Ahora puedo expresarme en otro idioma… me libera. Entretanto, seguí cultivando mi gusto por el cine. Cuando miraba una película, sentía que me alejaba de todo, y nada importaba más que la película. Me sentía parte. Logré algunos favoritos: Jean-Luc Godard, Hayao Miyazaki y Sofia Coppola. Personas que me inspiran constantemente.

Diecisiete años, casi dieciocho; una vida no muy larga. He pasado por muchas etapas. Sí, etapas, a pesar de la desconfianza que me inspira este término publicitario. Pero esta última, la actual, no es en modo alguno suma de las anteriores. No. Esta vez quiero pensar que hay un atisbo de optimismo, casi imperceptible, en alguna parte.
¡Ah! Hace poco empecé a pintar. Parece ser que me gustó, acabo de terminar mi segundo cuadro.


(Ese último párrafo fue de sorete, no quería que ya me tildaran de depresiva; yo doy más trabajo)