Crepúsculo de domingo. Las horas me arrastraron con una monotonía brutal. En principio, la palabra 'domingo' es muy fea, no sólo por lo que evoca sino por su sonido, y sobre todo, por lo que no evoca.
Pero aun dentro del domingo, aun comprimida dentro de una palabra muy fea, es preciso hacer lo siguiente:
1. Descalzarse. Meterse en la cama con diligencia y vivacidad como una carta saltando dentro de un sobre. Pasarse la lengua. Cerrarse, estampillarse y partir.
2. A los cinco minutos te devuelven la carta. Anhelo de que sea respondida.
3. Comienza la agonía dominical. Qué hacer. Qué deshacer. ¿Qué libro leer, hypocrite lecteur?
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