Y es el día de hoy que no me atrevo a releer los diarios de Alejandra o Sylvia. Todo lo requiere, pero tengo miedo. Tengo miedo de retomar mi propio diario. Tengo miedo de dar lugar a que viejas sombras renazcan, y no quiero un ave fénix lleno de ceniza.
Y eso me cuesta. Y me duele.
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