He oído hablar de la suerte tristísima de Níobe, la extranjera frigia, hija de Tántalo, en la cumbre del Sípilo, vencida pro la hiedra. Y allí se consume sin que nunca la dejen - así es fama entre los hombres- ni la lluvia ni el frío, y sus cejas, ya piedra, siempre destilando, humedecen sus mejillas.Igual, al igual que ella, me adormece a mí el destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario