jueves, 28 de septiembre de 2017

My Impostor Year

Hay una parte de mí que nunca dejó de ser esa regordeta de pelo frizado, rascándose el eczema y lloriqueando detrás de un par de cristales grasosos mientras que los adultos le dirigían la palabra.

Me sentía absolutamente vacía e intimidada: "Toda esta gente sí pertenece aquí", pensaba. Yo no.

Yo no merecía que publicaran mi libro. Todo esto le está sucediendo a la persona equivocada. En algún punto, la máscara se va a caer. Va a llegar la crítica definitiva que describa mi escritura como insípida, viciada - la crítica que convenza a todos de lo que secretamente yo sospechaba de mí misma. Ya no seré creíble, promocionable, y mi agente, editor, equipo de publicación -gente brillante que aùn no entiendo como aceptó trabajar conmigo- van a descubrir que no soy creativa ni competente. Terminaría por decepcionarlos, por su condescendencia.

Para fines de primavera, estoy desesperada por sentir otra cosa que no sea esta - los ataques de llanto, los sentimientos de irritabilidad, la imposibilidad de escribir. Es luego de mi cumpleaños número 33, luego del lanzamiento de mi libro, que me miro al espejo y me veo más vieja, veo que las bolsas alrededor de mis ojos son permanentes cuando antes se esfumaban cuando dejaba de sonreír. Mi estómago se retuerce de la acidez. Una nueva constelación de acné aparece en mi frente y en mi mandíbula. Y comienzo a perder pelo en una zona extraña, del lado derecho de mi cabeza, debido al estrés.

Consigo un terapeuta y un psiquiatra y una prescripción de Wellbutrin. Hay altibajos de energìa y pérdida de peso. Aparecen efectos colaterales no tan agradables (...)

Es una revelación no muy grata de mis limitaciones - no de lo que puedo hacer, sino de quien soy.

Luego, algo inesperado sucede. Recibo dibujos de mis personajes, de parte de mis lectores.

Siento que he estado hablando en un lenguaje foráneo la mayor parte de mi vida; una barrera para el entendimiento entre la gente y yo. Pude canalizar ese lenguaje privado en mi libro, en Sharon y Mel, y ahora estos personajes estaban encontrando(me) gente que hablara mi mismo idioma.

No era sólo la necesidad de ser comprendida sino también la esperanza de comprender a otros. Tenìa que ver con ese deseo desgastado con el cual todos vivimos y lamentablemente nos acostumbramos a prescindir de él y terminamos por olvidarlo. Era la voz de alguien surgiendo de la oscuridad. La voz de alguien, respondiendo.

*códigos compartidos con Kayla Rae Whitaker



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