Yo les digo: no hay un comienzo y nosotros no temblamos, no somos unos sentimentales. Nosotros desgarramos como un furioso viento la ropa de las nubes y las plegarias y preparamos el gran espectáculo del desastre, el incendio, la descomposición. Preparamos la supresión del dolor y sustituimos las lagrimas por sirenas tendidas de un continente a otro. Banderas de intensa alegria viudas de la tristeza del veneno. Lamer la penumbra y flotar en la gran boca llena de miel y de excrementos. Yo destruyo los cajones del cerebro y los de la organización social: desmoralizar por doquier y arrojar la mano del cielo al infierno, los ojos del infierno al cielo.
- Tristan Tzara, Manifiesto Dada, 1918
Probablemente disfruten de la vida. Pero tienen malos hábitos. Aprecian demasiado aquello que les enseñaron a apreciar. Los cementerios, la melancolía, el amante trágico, las góndolas venecianas. Ustedes gritan a la luna. Si no fueran tan cobardes, hundiéndose bajo el peso de todos esos pensamientos y abstracciones inexistentes que les han impuesto, todo ese sinsentido disfrazado de dogma, se erguirían para jugar al juego de la masacre, tal como nosotros. Pero temen demasiado ya no creer, No entienden que uno puede no estar atado a nada y ser feliz.
- Georges Ribemont-Dessaignes, Los placeres de Dada, 1920
Los mejores y más fabulosos artistas serán aquellos que se arranquen a toda hora sus cuerpos andrajosos de la catarata frenética de la vida; que se ensañen con el intelecto de la época, con las manos y el corazón sangrantes.
Sentarse en una silla por un momento es arriesgar la propia vida.
- Richard Huelsenbeck, Manifiesto Dadaísta, 1918
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